Una de las preguntas más frecuentes que recibimos de los padres es por qué los bebés parecen calmarse mágicamente cuando los sostenemos en brazos y nos ponemos de pie. Esta experiencia común tiene raíces en una combinación de factores biológicos y emocionales que hacen que el contacto físico y el movimiento sean tan reconfortantes para los más pequeños. Vamos a explorar este fenómeno fascinante.

1. Vínculo Emocional y Seguridad:

Desde el momento en que nacen, los bebés dependen de la conexión emocional con sus cuidadores para sentirse seguros. El contacto físico, como sostenerlos en brazos, proporciona una sensación de calidez y protección. Cuando nos ponemos de pie con ellos, el ángulo vertical agrega una capa adicional de seguridad al permitirles ver el mundo desde una nueva perspectiva, lo que puede ser estimulante y tranquilizador al mismo tiempo.

Este contacto cercano también les permite percibir tu aroma y escuchar los latidos de tu corazón, recordándoles el útero, un entorno que conocen y asocian con seguridad.

2. Movimiento y Rítmico Balanceo:

El movimiento tiene un poder innato para calmar a los bebés. Cuando te pones de pie y comienzas a caminar o balancearte suavemente, estás reproduciendo el tipo de movimiento que los bebés experimentan en el útero durante el embarazo. Este movimiento rítmico imita el balanceo que sienten en el vientre materno al caminar o realizar actividades diarias.

Este tipo de movimiento tiene un efecto tranquilizador en el sistema nervioso de los bebés, liberando endorfinas y reduciendo el estrés. Además, el balanceo rítmico también puede ayudar a regular el sistema vestibular de los bebés, contribuyendo a un sentido del equilibrio más fuerte.

3. Curiosidad y Estímulo Visual:

Cuando nos ponemos de pie con un bebé en brazos, les brindamos una nueva perspectiva visual del entorno que puede ser estimulante y distractora. Los bebés son naturalmente curiosos y el cambio de visión al estar más elevados puede captar su atención de manera positiva.

Mientras exploran visualmente su entorno desde una posición elevada, pueden observar caras, colores y patrones que les brindan una experiencia sensorial más rica. Esta distracción visual puede ayudar a calmarlos al cambiar su enfoque de cualquier molestia o inquietud que puedan estar experimentando.

Conclusión:

En resumen, la combinación de contacto físico, movimiento rítmico y una nueva perspectiva visual contribuyen a la magia de por qué los bebés se calman cuando los sostenemos en brazos y nos ponemos de pie. Este fenómeno no solo tiene beneficios fisiológicos al regular su sistema nervioso, sino que también fortalece el vínculo emocional entre el bebé y sus cuidadores. Así que la próxima vez que encuentres a un bebé inquieto, intenta sostenerlo en brazos, ponerte de pie y disfrutar del poder calmante de esta sencilla acción.

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